jueves, 22 de octubre de 2009

Clarín 2007

-¿Cuál es la fórmula de Las pastillas?

-Es un equilibrio entre dejar fluir y poner metas. Nosotros teníamos un solo objetivo este año, que fue que nos conozcan en el interior. Y lo cumplimos: hicimos 60 recitales. En lo demás, vamos viendo. Nos manejamos por el principio de placer, disfrutamos mucho de los shows.

-¿Hay miedo a desinflarse cuando se crece tan de golpe?

-No, además ayuda mucho que seamos amigos. Si el día de mañana se llega a pinchar todo esto, vamos a estar todos muy unidos y se harán otras cosas. Hay tanto placer que no veo una meseta cercana, pero si aparece, bienvenida sea. La vida es un circular, hay arribas y hay abajos. Tenés que aprender a disfrutar de los dos.

-¿Mete presión cantar cada vez para más gente?

-Sí, es una responsabilidad asumida. Soy responsable por mi mensaje, y la gente es responsable por escucharme. Todo se equilibra. Es difícil, pero también es un desafío que implica superarse. Las pastillas es una búsqueda de desafíos constante.

-¿Te gusta tu voz? ¿Te considerás un buen cantante?

-Con lo que estoy conforme es que entono y no la bardeo en las notas. Canto desde el corazón. Pero me falta conducta vocal, ahora estoy afónico porque no ejercito todos los días. El timbre de voz igual me parece una mentira: no creo en eso, sino en la transmisión. El Polaco Goyeneche tenía una voz totalmente cagada a palos y sin embargo te podía hacer llorar escuchándolo.

-¿Tenías algún tipo de fantasía de cómo era pertenecer al rock antes de estar en una banda?

-Cuando empecé a tocar la guitarra me imaginaba estrella de rock, lleno de trolas y garchando en todas y cada una de las habitaciones que tuviera. Pero en el mismo momento en que Las pastillas pegaron un subidón, encontré a la mujer que amo. Y soy fiel a rajatabla.

-¿Te sentís un nuevo referente para los jóvenes?

-Me hago cargo que para mucha gente soy importante, pero mi deseo es que esa gente se haga cargo de lo grande que es. Uno es un grande cuando hace lo que quiere y lo que ama. Yo no soy más que nadie, me quiero mucho, me valoro, pero no tienen que quererme más que a otros, ni ser como yo. Hay una frase que me la tomo muy a pecho: "La imitación es un suicidio".

No hay comentarios:

Publicar un comentario